Y te vas de mi vida en un segundo,
como un soplo de viento que ha pasado,
y te vas para siempre con tus días
sin dejarme ese beso y tu regalo.
En Enero llegaste con sigilo
con la nieve prendida de aquel árbol,
anunciabas un ciclo de sorpresas
en la vida y las gentes con tu encanto.
Sin querer me trajiste una esperanza,
una rosa prendida con un lazo,
y con ella llegaron los suspiros,
de marinos alegres con sus cantos.
Renacieron de pronto tantos sueños
y también mil proyectos olvidados,
florecieron los lirios y amapolas
en el alma dormida entre los cardos.
Pero ahora te marchas para siempre
y te vas poco a poco y paso a paso,
esa mano que traza los destinos
es la misma que toma tu regazo.
Y la envidio, a la linda mariposa,
la que besa tu cuerpo con descaro,
la que pone ese brillo en tu mirada
que mis ojos miopes no te han dado.
Es diciembre, lo sé, ya queda poco,
unas horas tan sólo de este año,
una vela que lenta se consume
y las cuentas que corren de un rosario.
Pasa el tiempo y se marcha lentamente,
el tic-tac del reloj está sonando,
es el mismo que resta los segundos
de este año que vuela hacia los astros.
Dos mil nueve no queda en la memoria
aunque sí en los recuerdos y los llantos,
aunque puede que hubiera una sonrisa
en los hombres y niños que soñaron.
A esos hombres y niños les escribo
y mis versos quisieran ser abrazos,
unas letras que lleven la esperanza
y en el año que llega celebrarlo.
Reconozco que sueñan los poetas,
que quizás nada cambie y me haga daño,
y que puede que suenen las campanas
y que mueran las flores en el campo.
Sin embargo no pierdo la esperanza,
pues existe la vida que me han dado,
y en la vida estás tú, sobre nosotros,
el Amor, en los cielos con tu manto.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/12/09
como un soplo de viento que ha pasado,
y te vas para siempre con tus días
sin dejarme ese beso y tu regalo.
En Enero llegaste con sigilo
con la nieve prendida de aquel árbol,
anunciabas un ciclo de sorpresas
en la vida y las gentes con tu encanto.
Sin querer me trajiste una esperanza,
una rosa prendida con un lazo,
y con ella llegaron los suspiros,
de marinos alegres con sus cantos.
Renacieron de pronto tantos sueños
y también mil proyectos olvidados,
florecieron los lirios y amapolas
en el alma dormida entre los cardos.
Pero ahora te marchas para siempre
y te vas poco a poco y paso a paso,
esa mano que traza los destinos
es la misma que toma tu regazo.
Y la envidio, a la linda mariposa,
la que besa tu cuerpo con descaro,
la que pone ese brillo en tu mirada
que mis ojos miopes no te han dado.
Es diciembre, lo sé, ya queda poco,
unas horas tan sólo de este año,
una vela que lenta se consume
y las cuentas que corren de un rosario.
Pasa el tiempo y se marcha lentamente,
el tic-tac del reloj está sonando,
es el mismo que resta los segundos
de este año que vuela hacia los astros.
Dos mil nueve no queda en la memoria
aunque sí en los recuerdos y los llantos,
aunque puede que hubiera una sonrisa
en los hombres y niños que soñaron.
A esos hombres y niños les escribo
y mis versos quisieran ser abrazos,
unas letras que lleven la esperanza
y en el año que llega celebrarlo.
Reconozco que sueñan los poetas,
que quizás nada cambie y me haga daño,
y que puede que suenen las campanas
y que mueran las flores en el campo.
Sin embargo no pierdo la esperanza,
pues existe la vida que me han dado,
y en la vida estás tú, sobre nosotros,
el Amor, en los cielos con tu manto.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/12/09